
Cuando Lilo llegó a mi vida todo se dio de forma natural, comencé en mis viajes a descubrir Temuco nuevamente, a reconciliarme con él y con mi historia. Aquí pasé el 27 de febrero el día del terremoto, una de las situaciones que más miedo me inspiraba, la pasé de la mano de mi mujer.
Mi llegada se adelantó a todo pronostico, era tanta nuestra necesidad de estar juntas que un día cogí mis cosas y me vine así sin más, sin pensar en las cosas que aquí me esperaban más allá de Lilo.
Nuestro amor creció de muchas formas con mi llegada, comenzamos a descubrirnos a conocernos aún más la una a la otra, pese a las situaciones adversas somos inmensamente felices con el simple hecho de tenernos, hemos crecido junto con nuestros sueños junto con nuestros proyectos. Yo siento que las cosas no pudieron ser de otra manera.

Me siento agradecida de mi amada mujer que todos los días me enseña cosas, de su padre que hace que mi corazón se contente al verlo y más aún al escucharlo, me siento afortunada de ser su chiquilla, de que me hayan acogido en su casa e incluido en sus celebraciones, que me enseñen de su historia de su forma de ver la vida. No podría estar en otro sitio que no fuera este, no podría crecer mi familia en otro lugar.
Una de las enseñanzas de Temuco...
Por Nini